El único contacto de vida que he tenido con la discapacidad ha sido mi hermana Montse. Ella es psicopedagoga y trabaja en el centro Xaloc de Sabadell hace más de treinta años. He visitado ese lugar muchas veces. Y siempre he tenido sentimientos encontrados. Por un lado, están las personas con discapacidad, que sí o sí tienen que pasar por el tubo para adquirir una “supuesta integración”. Y por otro lado está todo el personal que los acompaña, enseña, controla, ayuda, etc. Ese trabajo requiere de una paciencia infinita, pero a la vez son (tienen que ser) represores de los instintos y los deseos de sus alumnos. Es una dicotomía muy delicada y todo el trabajo de investigación se ha hecho para intentar entender esa dicotomía.
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Dudo mucho que se pueda tener un equipo mejor que el que yo he tenido. Se lo debo íntegramente a SANDRA HERMIDA (siempre la escribo en mayúsculas porque no puede ser de otra manera). Ella ha trabajado con todo Dios en esta industria, y a mí me ha puesto a los mejores. Un equipo eficaz y muy humano, imprescindible para el tema que estamos tocando.
Fueron 36 días a finales de año. La mayor parte del tiempo en la Barceloneta, en Barcelona, frente al mar. Con algún día de tormenta y simulando luz de final de verano. La estética de la serie la definimos con Laura Jou, quien firma la dirección conmigo y David Valldepérez, director de fotografía; él se ha atrevido a rodar “de otra manera, a lo punky”,como yo le pedía. Optamos por cámara al hombro, y muy pocos planos por secuencia; con ópticas de gran angular para reforzar la mirada distorsionada de las protagonistas frente al mundo. Planos generales muy abiertos, desde muy arriba (azoteas, teleférico), y hacer zoom in hasta encontrar a los personajes en mitad de una plaza, por ejemplo. Luz y colores mediterráneos, y el gran reto de enseñar una Barcelona poco vista en audiovisual.
— ANNA. R COSTA
